Leonard Peltier: Preso político Indígena en USA.
LEONARD PELTIER ES UN ACTIVISTA POR LOS DERECHOS DE L@S NATIV@S AMERICAN@S, QUE LLEVA MÁS DE TREINTA AÑOS EN LA CÁRCEL, DESPUÉS DE UN JUICIO PLAGADO DE IRREGULARIDADES Y CON UN MARCADO TINTE POLÍTICO.
Está en prisión desde 1977 por el tiroteo entre el FBI y el Movimiento Indio Americano (AIM) ocurrido en 1975, en el que dos agentes federales y un joven indio murieron. Cuatro años después de su encarcelamiento, una demanda basada en la Ley de Libertad de Información (Freedom of Information Act, FOIA) liberó documentos que prueban la inocencia de Peltier y la utilización por parte del FBI del famoso COINTELPRO en su esfuerzo por "neutralizar" a miembros del AIM.
Durante la agitación civil de los años '60 y '70, el FBI creó un programa llamado COINTELPRO (Programa de Contra Inteligencia). Este programa estaba pensado para destruir a cualquier organización considerada como política o socialmente disidente por el gobierno de los EE.UU., el FBI o la CIA. Usando técnicas de infiltración, falsificación, y provocando enfrentamientos con y entre los grupos y los agentes del orden, el FBI esperaba anular su avance. Los grupos en la mira iban desde grupos involucrados en protestas antibélicas, grupos de derechos civiles tanto negros como indígenas hasta grupos pro-feministas.
Los años 1973-1975 fueron considerados el "reino del terror" en la reserva indígena de Pine Ridge (Dakota del Sur, EE.UU.). El gobernador Tribal, Dick Wilson, fue elegido con menos del 20% de la votación (una gran mayoría quería acusarlo ante el gobierno). Wilson reunió a un grupo de matones que "mantenían la paz en la reserva" y también fueron causantes de cientos de homicidios y agresiones. Las armas para ese escuadrón, conocido como GOON (Guardianes de la Nación Oglala), eran proporcionadas por el FBI.
El AIM acudió a Pine Ridge llamado por los ancianos de la Nación Oglala, quienes, aterrados, pidieron su protección. El día del tiroteo, 2 agentes siguieron a una camioneta pick up roja hasta la propiedad de Harry y Cecelia Jumping Bull, una pareja de ancianos que celebraba sus bodas de oro. El FBI alega que los agentes tenían una orden de arresto para Jimmy Eagle, quien supuestamente habría robado una par de botas vaqueras usadas. La orden nunca apareció. La camioneta paró y de ella bajaron 3 hombres. Los agentes bajaron también de sus coches y se encararon con los hombres. Nadie está seguro quien disparó primero, pero empezó un tiroteo.
Pronto la situación creció hasta haber 150 hombres (agentes del FBI, Marshalls, miembros de los goon squads) enfrentándose a tiros contra unos 30 hombres, mujeres y niñxs indígenas. El enfrentamiento duró horas, durante las cuales murieron 2 agentes del FBI y un joven del AIM. Al mismo tiempo, Dick Wilson firmaba la entrega de 1/8 de las tierras de la Reserva al gobierno de los EE.UU. para la explotación de Uranio.
Después del tiroteo 4 hombres fueron arrestados por la muerte de los agentes. No hubo investigación de la muerte del joven indígena. Un hombre fue liberado por falta de pruebas. Dos de los otros fueron juzgados en Cedar Rapids, Iowa. Fueron hallados inocentes por actuar en defensa propia. Todo esto llevo a el FBI a asegurarse de que su último acusado fuera condenado. Leonard Peltier fue juzgado por un nuevo juez en un estado hostil: Fargo, Dakota del Norte. El juez Benson (un conocido racista y propietario de tierras indígenas) dictaminó que NINGUNA EVIDENCIA del primer juicio se permitiría en el de Leonard. Al jurado se le dijo que francotiradores del AIM querían matarlos, se pintaron de negro las ventanas y habían guardias armados en el tribunal. Peltier estaba sentenciado antes de empezar el juicio. Fue encontrado culpable de dos asesinatos en primer grado y sentenciado a dos cadenas perpetuas.
Cuatro años después, la publicación de documentos después de una demanda basada en el FOIA, no sólo probó la inocencia de Leonard, sino también hizo que la Corte de Apelación castigara al FBI por fabricar evidencias, amenazar a testigos y retener información favorable a Peltier. A pesar de eso, Leonard esta todavía en prisión.
Leonard era muy cercano a Dennis Banks (fundador del AIM) además de ser un líder carismático. Todo el AIM estaba en elpunto de mira. El FBI quería desesperadamente destruir el Movimiento indígena y forzar a los pueblos originarios a asimilar la cultura winka (occidental) y permitir al gobierno tomar el control de sus tierras ricas en minerales (oro, uranio) y petróleo.
Leonard ha tenido ya 3 apelaciones. El gobierno de EE.UU. ha reconocido que "no sabe quién mató a los agentes" y que no hay testigos oculares o evidencia directa contra él. En 1985 el gobierno cambió su teoría original de que Leonard era el asesino por la de que en realidad él ayudó y encubrió al asesino. La Corte de Apelaciones resolvió que hubo "un claro abuso en el proceso de investigación que arroja fuertes dudas sobre la posición del gobierno". Aún así cada apelación terminó con la negativa a un nuevo juicio, basado más en resquicios legales que en los méritos y validez de sus argumentos.
No obstante, uno de los jueces que negó dos de las apelaciones ha escrito al presidente Clinton impulsando la conmutación de la sentencia.
Si Leonard tiene un nuevo juicio, se comprobará su inocencia y el FBI deberá contestar a algunas preguntas muy vergonzosas, como ¿quién es el asesino y por qué está libre? ¿qué estaban haciendo REALMENTE los agentes en Pine Ridge? ¿cómo fue posible que hubieran tantos agentes y efectivos militares si el tiroteo fue algo distinto de una emboscada? ¿cómo sabía el FBI dónde estaba el campamento del AIM? ¿por qué tantos de los asesinatos y asaltos a residentes indígenas no fueron investigados? ¿por qué fabricaron evidencias, amenazaron a testigos , escondieron pruebas y cometieron perjurio en el tribunal durante el juicio y posteriores apelaciones de L. Peltier? ¿Por qué el FBI aún mantiene en secreto más de 6.000 páginas de documentación sobre el caso?.
Muchos de los agentes en activo en esa época ahora se encuentran desarrollando cargos importantes y tienen mucho que perder en la actualidad.
La salud de Peltier está en una situación muy grave. Cuando era niño, Leonard se clavó un clavo en el pie, contrayendo el tétanos, lo que finalmente le produjo un daño permanente a su mandíbula inferior. Esta afección se complicó en el año 1996, cuando Leonard fue llevado al Centro Medico Federal de Springfield (una especie de Hospital para internxs/presxs) para una operación. El Dr. Collins, un medico contratado, advirtió a las autoridades de la prisión de que Springfield no ofrecía seguridades y por lo tanto Peltier debía ser tratado en la Clínica Mayo.
No fue escuchado. Durante la operación, Leonard casi muere debida a la pérdida de sangre, cayendo en coma durante 14 horas. Después de esto, y estando aún débil, las autoridades de la cárcel lo pusieron de nuevo en el "hoyo", que estaba infestado de cucarachas y hormigas.
Fue forzado a estar en esa estrecha celda 23 horas al día, sin ningún privilegio a pesar de su salud. Durante este tiempo, aunque no se le había diagnosticado cáncer, los doctores convencieron a Leonard para que se sometiera a tratamiento de radiación, que recibió durnate 5 días. Esto sólo debilitó más las fuerzas de Leonard.
La operación de su mandíbula fue un fracaso puesto que su situación es ahora peor que antes. Leonard rechaza ser tratado nuevamente en Springfield, y las autoridades de la prisión se niegan a trasladarlo a la Clínica Mayo, a pesar de que dicha clínica suele recibir casos de internxs, y de que un miembro de su personal, el Dr. Keller, ya habría accedido a realizar la operación de Leonard.
Leonard sufre intensos dolores en su mandíbula y jaquecas crónicas, y apenas puede abrir la boca. No puede masticar los alimentos, y la prisión no le proporciona alimentos blandos, por lo que debe molerlos con la lengua para poder comer.
Esta situación indigna, a pesar de que no es considerada por la Ley como "tratos inhumanos o degradantes" ni como torturas, es a todas luces una injusticia y una forma de romper el espíritu de Leonard.
FUENTE. http://indigenaslibertarios.blogcindario.com/2009/08/00024-leonard-peltier-preso-politico-indigena-en-usa.html
Fuente: PDG Mahost."
más información en inglés
www.freepeltier.org
viernes, 2 de octubre de 2009
El teatro del bien y el mal, por Eduardo Galeano.
El teatro del bien y el mal, por Eduardo Galeano.
El teatro del Bien y el Mal
Eduardo Galeano
27.Sep.09 :: LatinoAméricAhora
En la lucha del bien contra el mal, siempre es el pueblo quien pone los muertos. Los terroristas han matado a trabajadores de cincuenta países, en Nueva York y en Washington, en nombre del Bien contra el Mal. Y en nombre del Bien contra el Mal el presidente Bush jura venganza: ‘Vamos a eliminar el Mal de este mundo’, anuncia. ¿Eliminar el Mal? ¿Qué sería del Bien sin el Mal? No sólo los fanáticos religiosos necesitan enemigos para justificar su locura. También necesitan enemigos, para justificar su existencia, la industria de armamentos y el gigantesco aparato militar de Estados Unidos. Buenos y malos, malos y buenos: los actores cambian de máscaras, los héroes pasan a ser monstruos y los monstruos héroes, según exigen los que escriben el drama.
En la lucha del bien contra el mal, siempre es el pueblo quien pone los muertos.
Los terroristas han matado a trabajadores de cincuenta países, en Nueva York y en Washington, en nombre del Bien contra el Mal. Y en nombre del Bien contra el Mal el presidente Bush jura venganza: ‘Vamos a eliminar el Mal de este mundo’, anuncia.
¿Eliminar el Mal? ¿Qué sería del Bien sin el Mal? No sólo los fanáticos religiosos necesitan enemigos para justificar su locura. También necesitan enemigos, para justificar su existencia, la industria de armamentos y el gigantesco aparato militar de Estados Unidos. Buenos y malos, malos y buenos: los actores cambian de máscaras, los héroes pasan a ser monstruos y los monstruos héroes, según exigen los que escriben el drama.
Eso no tiene nada de nuevo. El científico alemán Werner von Braun fue malo cuando inventó los cohetes V-2, que Hitler descargó sobre Londres, pero se convirtió en bueno el día en que puso su talento al servicio de Estados Unidos. Stalin fue bueno durante la Segunda Guerra Mundial y malo después, cuando pasó a dirigir el Imperio del Mal. En los años de la guerra fría escribió John Steinbeck: «Quizá todo el mundo necesita rusos. Apuesto a que también en Rusia necesitan rusos. Quizá ellos los llaman americanos.» Después, los rusos se abuenaron. Ahora, también Putin dice: «El Mal debe ser castigado.»
Saddam Hussein era bueno, y buenas eran las armas químicas que empleó contra los iraníes y los kurdos. Después, se amaló. Ya se llamaba Satán Hussein cuando los Estados Unidos, que venían de invadir Panamá, invadieron Irak porque Irak había invadido Kuwait. Bush Padre tuvo a su cargo esta guerra contra el Mal. Con el espíritu humanitario y compasivo que caracteriza a su familia, mató a más de cien mil iraquíes, civiles en su gran mayoría.
Satán Hussein sigue estando donde estaba, pero este enemigo número uno de la humanidad ha caído a la categoría de enemigo número dos. El flagelo del mundo se llama ahora Osama Bin Laden. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) le había enseñado todo lo que sabe en materia de terrorismo: Bin Laden, amado y armado por el gobierno de Estados Unidos, era uno de los principales «guerreros de la libertad» contra el comunismo en Afganistán. Bush Padre ocupaba la vicepresidencia cuando el presidente Reagan dijo que estos héroes eran «el equivalente moral de los Padres Fundadores de América». Hollywood estaba de acuerdo con la Casa Blanca. “El desprecio por la voluntad popular es una de las muchas coincidencias entre el terrorismo de Estado y el terrorismo privado”. En estos tiempos, se filmó Rambo 3: los afganos musulmanes eran los buenos. Ahora son malos malísimos, en tiempos de Bush Hijo, trece años después.
Henry Kissinger fue de los primeros en reaccionar ante la reciente tragedia. «Tan culpable como los terroristas son quienes les brindan apoyo, financiación e inspiración», sentenció, con palabras que el presidente Bush repitió horas después.
Si eso es así, habría que empezar por bombardear a Kissinger. El resultaría culpable de muchos más crímenes que los cometidos por Bin Laden y por todos los terroristas que en el mundo son. Y en muchos más países: actuando al servicio de varios gobiernos estadunidenses, brindó «apoyo, financiación e inspiración» al terror de Estado en Indonesia, Camboya, Chipre, Irán, Africa del Sur, Bangladesh y en los países sudamericanos que sufrieron la guerra sucia del Plan Cóndor.
El 11 de septiembre de 1973, exactamente 28 años antes de los fuegos de ahora, había ardido el palacio presidencial en Chile. Kissinger había anticipado el epitafio de Salvador Allende y de la democracia chilena, al comentar el resultado de las elecciones: «No tenemos por qué aceptar que un país se haga marxista por la irresponsabilidad de su pueblo.»
El desprecio por la voluntad popular es una de las muchas coincidencias entre el terrorismo de Estado y el terrorismo privado. Por poner un ejemplo, la ETA, que mata gente en nombre de la independencia del País Vasco, dice a través de uno de sus voceros: «Los derechos no tienen nada que ver con mayorías y minorías.»
Mucho se parecen entre sí el terrorismo artesanal y el de alto nivel tecnológico, el de los fundamentalistas religiosos y el de los fundamentalistas del mercado, el de los desesperados y el de los poderosos, el de los locos sueltos y el de los profesionales de uniforme. Todos comparten el mismo desprecio por la vida humana: los asesinos de los cinco mil quinientos ciudadanos triturados bajo los escombros de las Torres Gemelas, que se desplomaron como castillos de arena seca, y los asesinos de los doscientos mil guatemaltecos, en su mayoría indígenas, que han sido exterminados sin que jamás la tele ni los diarios del mundo les prestaran la menor atención. Ellos, los guatemaltecos, no fueron sacrificados por ningún fanático musulmán, sino por los militares terroristas que recibieron «apoyo, financiación e inspiración» de los sucesivos gobiernos de Estados Unidos.
Todos los enamorados de la muerte coinciden también en su obsesión por reducir a términos militares las contradicciones sociales, culturales y nacionales. En nombre del Bien contra el Mal, en nombre de la Unica Verdad, todos resuelven todo matando primero y preguntando después. Y por ese camino, terminan alimentando al enemigo que combaten. Fueron las atrocidades de Sendero Luminoso las que en gran medida incubaron al presidente Fujimori, que con considerable apoyo popular implantó un régimen de terror y vendió el Perú a precio de banana. Fueron las atrocidades de Estados Unidos en Medio Oriente las que en gran medida incubaron la guerra santa del terrorismo de Alá.
Aunque ahora el líder de la Civilización esté exhortando a una nueva Cruzada, Alá es inocente de los crímenes que se cometen en su nombre. Al fin y al cabo, Dios no ordenó el holocausto nazi contra los fieles de Jehová, y no fue Jehová quien dictó la matanza de Sabra y Chatila ni quien mandó expulsar a los palestinos de su tierra. ¿Acaso Jehová, Alá y Dios a secas no son tres nombres de una misma divinidad?
Una tragedia de equívocos: ya no se sabe quién es quién. El humo de las explosiones forma parte de una mucho más enorme cortina de humo que nos impide ver. De venganza en venganza, los terrorismos nos obligan a caminar a los tumbos. Veo una foto, publicada recientemente: en una pared de Nueva York alguna mano escribió: «Ojo por ojo deja al mundo ciego».
La espiral de la violencia engendra violencia y también confusión: dolor, miedo, intolerancia, odio, locura. En Porto Alegre, a comienzos de este año, el argelino Ahmed Ben Bella advirtió: «Este sistema, que ya enloqueció a las vacas, está enloqueciendo a la gente.» Y los locos, locos de odio, actúan igual que el poder que los genera.
Un niño de tres años, llamado Luca, comentó en estos días: «El mundo no sabe dónde está su casa.» El estaba mirando un mapa. Podía haber estado mirando un noticiero.
http://www.dariovive.org/?p=257
El teatro del Bien y el Mal
Eduardo Galeano
27.Sep.09 :: LatinoAméricAhora
En la lucha del bien contra el mal, siempre es el pueblo quien pone los muertos. Los terroristas han matado a trabajadores de cincuenta países, en Nueva York y en Washington, en nombre del Bien contra el Mal. Y en nombre del Bien contra el Mal el presidente Bush jura venganza: ‘Vamos a eliminar el Mal de este mundo’, anuncia. ¿Eliminar el Mal? ¿Qué sería del Bien sin el Mal? No sólo los fanáticos religiosos necesitan enemigos para justificar su locura. También necesitan enemigos, para justificar su existencia, la industria de armamentos y el gigantesco aparato militar de Estados Unidos. Buenos y malos, malos y buenos: los actores cambian de máscaras, los héroes pasan a ser monstruos y los monstruos héroes, según exigen los que escriben el drama.
En la lucha del bien contra el mal, siempre es el pueblo quien pone los muertos.
Los terroristas han matado a trabajadores de cincuenta países, en Nueva York y en Washington, en nombre del Bien contra el Mal. Y en nombre del Bien contra el Mal el presidente Bush jura venganza: ‘Vamos a eliminar el Mal de este mundo’, anuncia.
¿Eliminar el Mal? ¿Qué sería del Bien sin el Mal? No sólo los fanáticos religiosos necesitan enemigos para justificar su locura. También necesitan enemigos, para justificar su existencia, la industria de armamentos y el gigantesco aparato militar de Estados Unidos. Buenos y malos, malos y buenos: los actores cambian de máscaras, los héroes pasan a ser monstruos y los monstruos héroes, según exigen los que escriben el drama.
Eso no tiene nada de nuevo. El científico alemán Werner von Braun fue malo cuando inventó los cohetes V-2, que Hitler descargó sobre Londres, pero se convirtió en bueno el día en que puso su talento al servicio de Estados Unidos. Stalin fue bueno durante la Segunda Guerra Mundial y malo después, cuando pasó a dirigir el Imperio del Mal. En los años de la guerra fría escribió John Steinbeck: «Quizá todo el mundo necesita rusos. Apuesto a que también en Rusia necesitan rusos. Quizá ellos los llaman americanos.» Después, los rusos se abuenaron. Ahora, también Putin dice: «El Mal debe ser castigado.»
Saddam Hussein era bueno, y buenas eran las armas químicas que empleó contra los iraníes y los kurdos. Después, se amaló. Ya se llamaba Satán Hussein cuando los Estados Unidos, que venían de invadir Panamá, invadieron Irak porque Irak había invadido Kuwait. Bush Padre tuvo a su cargo esta guerra contra el Mal. Con el espíritu humanitario y compasivo que caracteriza a su familia, mató a más de cien mil iraquíes, civiles en su gran mayoría.
Satán Hussein sigue estando donde estaba, pero este enemigo número uno de la humanidad ha caído a la categoría de enemigo número dos. El flagelo del mundo se llama ahora Osama Bin Laden. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) le había enseñado todo lo que sabe en materia de terrorismo: Bin Laden, amado y armado por el gobierno de Estados Unidos, era uno de los principales «guerreros de la libertad» contra el comunismo en Afganistán. Bush Padre ocupaba la vicepresidencia cuando el presidente Reagan dijo que estos héroes eran «el equivalente moral de los Padres Fundadores de América». Hollywood estaba de acuerdo con la Casa Blanca. “El desprecio por la voluntad popular es una de las muchas coincidencias entre el terrorismo de Estado y el terrorismo privado”. En estos tiempos, se filmó Rambo 3: los afganos musulmanes eran los buenos. Ahora son malos malísimos, en tiempos de Bush Hijo, trece años después.
Henry Kissinger fue de los primeros en reaccionar ante la reciente tragedia. «Tan culpable como los terroristas son quienes les brindan apoyo, financiación e inspiración», sentenció, con palabras que el presidente Bush repitió horas después.
Si eso es así, habría que empezar por bombardear a Kissinger. El resultaría culpable de muchos más crímenes que los cometidos por Bin Laden y por todos los terroristas que en el mundo son. Y en muchos más países: actuando al servicio de varios gobiernos estadunidenses, brindó «apoyo, financiación e inspiración» al terror de Estado en Indonesia, Camboya, Chipre, Irán, Africa del Sur, Bangladesh y en los países sudamericanos que sufrieron la guerra sucia del Plan Cóndor.
El 11 de septiembre de 1973, exactamente 28 años antes de los fuegos de ahora, había ardido el palacio presidencial en Chile. Kissinger había anticipado el epitafio de Salvador Allende y de la democracia chilena, al comentar el resultado de las elecciones: «No tenemos por qué aceptar que un país se haga marxista por la irresponsabilidad de su pueblo.»
El desprecio por la voluntad popular es una de las muchas coincidencias entre el terrorismo de Estado y el terrorismo privado. Por poner un ejemplo, la ETA, que mata gente en nombre de la independencia del País Vasco, dice a través de uno de sus voceros: «Los derechos no tienen nada que ver con mayorías y minorías.»
Mucho se parecen entre sí el terrorismo artesanal y el de alto nivel tecnológico, el de los fundamentalistas religiosos y el de los fundamentalistas del mercado, el de los desesperados y el de los poderosos, el de los locos sueltos y el de los profesionales de uniforme. Todos comparten el mismo desprecio por la vida humana: los asesinos de los cinco mil quinientos ciudadanos triturados bajo los escombros de las Torres Gemelas, que se desplomaron como castillos de arena seca, y los asesinos de los doscientos mil guatemaltecos, en su mayoría indígenas, que han sido exterminados sin que jamás la tele ni los diarios del mundo les prestaran la menor atención. Ellos, los guatemaltecos, no fueron sacrificados por ningún fanático musulmán, sino por los militares terroristas que recibieron «apoyo, financiación e inspiración» de los sucesivos gobiernos de Estados Unidos.
Todos los enamorados de la muerte coinciden también en su obsesión por reducir a términos militares las contradicciones sociales, culturales y nacionales. En nombre del Bien contra el Mal, en nombre de la Unica Verdad, todos resuelven todo matando primero y preguntando después. Y por ese camino, terminan alimentando al enemigo que combaten. Fueron las atrocidades de Sendero Luminoso las que en gran medida incubaron al presidente Fujimori, que con considerable apoyo popular implantó un régimen de terror y vendió el Perú a precio de banana. Fueron las atrocidades de Estados Unidos en Medio Oriente las que en gran medida incubaron la guerra santa del terrorismo de Alá.
Aunque ahora el líder de la Civilización esté exhortando a una nueva Cruzada, Alá es inocente de los crímenes que se cometen en su nombre. Al fin y al cabo, Dios no ordenó el holocausto nazi contra los fieles de Jehová, y no fue Jehová quien dictó la matanza de Sabra y Chatila ni quien mandó expulsar a los palestinos de su tierra. ¿Acaso Jehová, Alá y Dios a secas no son tres nombres de una misma divinidad?
Una tragedia de equívocos: ya no se sabe quién es quién. El humo de las explosiones forma parte de una mucho más enorme cortina de humo que nos impide ver. De venganza en venganza, los terrorismos nos obligan a caminar a los tumbos. Veo una foto, publicada recientemente: en una pared de Nueva York alguna mano escribió: «Ojo por ojo deja al mundo ciego».
La espiral de la violencia engendra violencia y también confusión: dolor, miedo, intolerancia, odio, locura. En Porto Alegre, a comienzos de este año, el argelino Ahmed Ben Bella advirtió: «Este sistema, que ya enloqueció a las vacas, está enloqueciendo a la gente.» Y los locos, locos de odio, actúan igual que el poder que los genera.
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60° Aniversario de la Fundación de la República Popular China
60° Aniversario de la Fundación de la República Popular China
Ceremonia de Celebraciones por el 60° Aniversario de la Fundación de la República Popular China.
Los eventos que por consigna del imperio, la televisión mexicana no informa “televisa, ni tv. Azteca”.
Acto 60° Fundación República Popular China Parte 1
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Acto 60° Fundación República Popular China Parte 3
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ESCUADRON DE LAS FUERZAS TERRESTRE, NAVAL Y AEREA
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