martes, 22 de diciembre de 2009

El Renacimiento de México



…el poder sólo tiene sentido y se convierte en virtud, cuando se pone al servicio de los demás.

En el punto sexto del decálogo para un Nuevo Proyecto Alternativo de Nación, del Presidente Legítimo de México, Andrés Manuel López Obrador, se engloban dos principios básicos de una verdadera democracia: La política como imperativo ético y la austeridad republicana.

Respeto al primero de estos postulados, el Presidente Legítimo de México, señala que es necesario cambiar la forma de hacer política, que su ejercicio deje de ser visto como sinónimo de corrupción. Se debe hacer conciencia en la población que las fuerzas progresistas no son más de lo mismo, que es mentira lo que señala la derecha en los medios de comunicación, sobre que todos los políticos son iguales, es decir, corruptos. En su discurso del Grito de los Libres en septiembre de 2009, Andrés Manuel López Obrador, manifestó que se debe decir a la gente que nosotros no somos corruptos, que no mentimos ni traicionamos al pueblo, que si se puede tener un gobierno honesto en nuestro país.

Por supuesto, no solo se debe decir sino demostrar lo anterior con la propia conducta desde la trinchera en que se esté trabajando, lo mismo un Comité del Gobierno Legítimo, una Casa del Movimiento o alguno de los partidos del DIA. No hay mejor propaganda que los resultados.

En cuanto al segundo principio, la austeridad republicana, éste no debe quedar limitado solamente a una política financiera, que implique el recorte de gasto público a diestra y siniestra. La justa medianía de la que habla el Presidente Legítimo, va mas allá, se trata de recortar gastos superfluos, que constituyen verdaderos lujos propios de una monarquía, y por lo tanto, marcan una brecha profunda entre el ciudadano y el funcionario.

Por lo tanto, la austeridad republicana no debe ser entendida como el recorte del gasto público en rubros de interés general, como la obra pública, y los programas sociales. Antes bien, implica transferir esos recursos hacia proyectos y programas en beneficio del pueblo, que sea palpable que el funcionario público pone por delante el bienestar general sobre el suyo propio.

En conclusión, ambos principios deben entenderse como una filosofía de vida para los políticos progresistas, que sea un condicionante para quienes deseen acceder al servicio público, el que deben escuchar y obedecer el mandato del único y legítimo soberano: El Pueblo.

L.D. Jesús A. Palma M.

Ciudad de México, Sede del Gobierno Legítimo de México, a 21 de diciembre de 2009.