Histórica fue la visita del Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales a la Ciudad de México, a donde hizo escala antes de acudir a la cumbre de Jefes de Estado Latinoamericanos, en Cancún, Quintana Roo.
En la plaza Hidalgo, en la Delegación Coyoacán, fue donde el compañero Evo Morales, pudo constatar el gran afecto del pueblo mexicano hacia su persona y el pueblo boliviano. El mismo Evo Morales comentó en su discurso la sorpresa que era para él ser recibido por una multitud igual que en su patria.
Igual de sorprendidos estaban los asistentes en la plaza, al ver a un dirigente honesto frente a ellos, algo que sin duda en México es cada vez más escaso. Y para muestra dos botones, ya que la plaza retumbó en un unitario grito de ¡MUERA CALDERON! Así como en una rechifla al Jefe Delegacional de Coyoacán, quien dio el mensaje de bienvenida al mandatario boliviano. Afortunadamente, los demás oradores no merecieron ser abucheados gracias a su autoridad moral.
La Senadora Rosario Ibarra, pronunció un breve discurso donde hizo referencia a los derechos humanos, y apeló a la unidad de los latinoamericanos para rescatar a nuestro continente del caos imperialista yanqui.
Posteriormente, habló una compañera indígena mazahua, tanto en su lengua como en esa jerga que llamamos español, para dar la bienvenida al compañero Evo Morales a esta tierra en la que muy rara vez se deja que un indígena hable en público y menos aun en su lengua, pero este día fue la excepción, pero no porque la clase política tenga la intensión de abrir espacios a los originarios de esta tierra, sino porque el invitado de honor es indígena, como lo es también el embajador que tiene acreditado en nuestro país, Don Jorge Mansilla, quien dijo algunas palabras en quechua, para posteriormente hacer la presentación del compañero Presidente de Bolivia, Evo Morales, cuya sola presencia bastó para que la clase política de la izquierda mexicana, compuesta por clase medieros con títulos universitarios, por fin se acordara de que también en México los indios existen, y no son solamente un añejo recuerdo de los libros de historia, como tampoco lo son los afromexicanos, quienes tendrán que esperar la visita de algún mandatario de izquierda del África Subsahariana para que se acuerden de ellos.
Con un lenguaje sencillo, claro, sin poses de gran estadista, humilde en su actitud y vestimenta, el compañero Evo Morales agradeció la afectuosa bienvenida que le brindó el pueblo mexicano, hizo especial mención a la ceremonia de entrega del bastón de mando, el cual se dijo en plena ceremonia era el mismo con el que los indios del Estado de Morelos invistieron de autoridad al caudillo del sur, Emiliano Zapata hace 100 años.
Evo habló sobre el progreso de su país, a raíz de tener un gobierno popular que ha recobrado la dignidad de su pueblo, de cómo en su primer año de gobierno ya había superávit fiscal en sus finanzas públicas, de cómo se ha recuperado la soberanía nacional sobre recursos estratégicos como el gas y el níquel. También, no dio la receta, el gobierno popular comenzó como un movimiento social, que poco a poco fue aglutinando a más y más sectores, hasta lograr la unidad de sindicatos, campesinos, indígenas, ecologistas, etc., y fue hasta entonces que se planteo el participar en la lucha electoral. En cambio en México, tal parece que hacemos las cosas al revés, comenzamos como un movimiento electoral, partidista, y hoy acabamos como un movimiento social, que en lugar de aglutinarse día a día se desmenuza, más que a la izquierda indígena y popular de Bolivia, la izquierda mexicana se parece más a la de sus pares españoles en tiempos de la Guerra Civil, llena de intelectuales que arreglan las cosas en un café y desconocen lo que es repartir un volante, llena también de arribistas sedientos de cargos públicos y muy dividida, ocupada y preocupada por enfrentarse contra sí misma, mientras la derecha avanza firme, decidida y sin obstáculos.
No sé si Evo sepa que esas son las condiciones reales del país cuyo pueblo lo ve como una lejana esperanza de lo que desea en casa, no obstante, espero que tenga boca de profeta y se cumpla la última frase pronunciada en su discurso: Muy pronto México se liberará.
L.D. Jesús A. Palma M.
Ciudad de México, sede del Gobierno Legítimo de México, a 22 de febrero de 2010.