Por Gerardo Fernández Noroña articulista invitado de Milenio
Decidí acudir a Bolivia como observador de los comicios presidenciales de ayer en los que Evo Morales disputó su reelección. Escribo esto en la víspera de las urnas, y no hay duda de que Evo ganará.
La pregunta es si alcanzará los dos tercios para lograr la mayoría calificada en el Congreso; es probable que los obtenga.
Llegué el viernes 4 por la tarde a La Paz y viajé a la buena de dios que, como no existe, ya se imaginarán la soledad en la que andaba, ¡qué cosas! Durante la tarde batallé entre algunas gestiones y los 3.500 metros de altura de la ciudad, y por la noche acudí a la librería Yachaiwasi, después de lograr mi acreditación como observador internacional.
Ya casi cerraban la librería y en cuclillas, escudriñando un librero, se encontraba el vicepresidente Álvaro García Linera.
“¿Álvaro?” lo llamé, como si nos viéramos todos los días y nos conociéramos de toda la vida. Se levantó con una sonrisa y me presenté. Comentamos algunas cosas sobre México y Bolivia, y al final me comentó que habría una reunión de observadores internacionales al día siguiente a las seis de la mañana, con el presidente.
“Tienes que ir hermanito, eres observador”, recalcó.
Llegué a las cinco y media previendo que hubiera problemas para mi ingreso. Conversé con el jefe de la guardia mientras llegaban otros funcionarios y a las 5:45 am me informaron que no estaba en la lista de invitados.
“Claro, apenas ayer en la noche me invitó el vicepresidente”, comenté.
Poco después está ahí, con media docena de legisladores de la Unión Europea y observadores de la OEA en una reunión de hora y media, presidida por Evo Morales, asistiendo el vicepresidente García Linera, el canciller y la delegación citada. Fui no sólo el único mexicano en la reunión, sino el único que acudí a observar los comicios.
La reunión fue excepcional. Evo comentó de manera clara las dificultades que su gobierno vivió por el acoso de la derecha y cómo, pese a haber obtenido la presidencia con 54% de los votos, al poco tiempo se sometió a un referendo revocatorio que ganó por más de 60 por ciento. Las presiones separatistas y las amenazas de guerra civil. Todo parece tan lejano y fue apenas hace meses. Hoy, la derecha está desmadejada y dispersa.
Compartió el acoso a su gobierno por parte de la prensa y en especial de la cadena CNN, aunque con sentido del humor, y dijo que comparado con las campañas en su contra que vivió antes de llegar al gobierno, “el acoso actual no es nada”.
Habló de muchas cosas. Recordó cuando el entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada aumentó los impuestos para evitar el déficit por mandato del FMI y generó la poblada (rebelión popular), dejando una secuela de quince muertos y abrió la puerta a su posterior salida. Lo comparó con su gestión que, sin aumentar impuestos, ha sacado adelante las responsabilidades oficiales del gobierno, sin nueva deuda y logrando consolidarse como la economía con más crecimiento de América Latina (8%).
Un Evo delgado, reflexivo, tranquilo, optimista y bromeando con que de no resultar reelecto, volvería a su actividad en la lucha social. Sólo se tensó cuando una diputada vasca, algo baturra, planteó que se habían registrado detenciones previas a los comicios. Cuando Evo le pidió nombres, sólo acertó a decir el de Leopoldo González, preso hace un año acusado de genocidio indígena. Al final, la citada diputada pidió una foto con él como si nada hubiera pasado, a pesar de lo dura que fue la respuesta a su ligero comentario.
Vale resaltar finalmente que fue una buena experiencia ver la manera en que Morales hacía sus reclamos a la Comunidad Europea con sentido del humor, firmeza, dureza y diplomacia, todo junto.
Evo Morales es, sin duda, uno de los líderes más importantes del mundo, aunque su país sea modesto. Logró ser el primer indígena en encabezar el gobierno de su nación en el arranque del siglo XXI y no hay más. Juárez lo logró en el XIX y actualmente en México parece lejano, ya no que un indígena pueda encabezar el gobierno central, sino que incluso se ve difícil que un hombre o mujer ligados al pueblo puedan hacerlo. De ese tamaño son las cosas hoy en día.
En fin, un privilegio el haber tenido literalmente la suerte de ser invitado a la reunión de Evo Morales con los observadores extranjeros, cuyo resumen comparto con ustedes.
Sábado 5 de diciembre de 2009
La Paz, Bolivia
Decidí acudir a Bolivia como observador de los comicios presidenciales de ayer en los que Evo Morales disputó su reelección. Escribo esto en la víspera de las urnas, y no hay duda de que Evo ganará.
La pregunta es si alcanzará los dos tercios para lograr la mayoría calificada en el Congreso; es probable que los obtenga.
Llegué el viernes 4 por la tarde a La Paz y viajé a la buena de dios que, como no existe, ya se imaginarán la soledad en la que andaba, ¡qué cosas! Durante la tarde batallé entre algunas gestiones y los 3.500 metros de altura de la ciudad, y por la noche acudí a la librería Yachaiwasi, después de lograr mi acreditación como observador internacional.
Ya casi cerraban la librería y en cuclillas, escudriñando un librero, se encontraba el vicepresidente Álvaro García Linera.
“¿Álvaro?” lo llamé, como si nos viéramos todos los días y nos conociéramos de toda la vida. Se levantó con una sonrisa y me presenté. Comentamos algunas cosas sobre México y Bolivia, y al final me comentó que habría una reunión de observadores internacionales al día siguiente a las seis de la mañana, con el presidente.
“Tienes que ir hermanito, eres observador”, recalcó.
Llegué a las cinco y media previendo que hubiera problemas para mi ingreso. Conversé con el jefe de la guardia mientras llegaban otros funcionarios y a las 5:45 am me informaron que no estaba en la lista de invitados.
“Claro, apenas ayer en la noche me invitó el vicepresidente”, comenté.
Poco después está ahí, con media docena de legisladores de la Unión Europea y observadores de la OEA en una reunión de hora y media, presidida por Evo Morales, asistiendo el vicepresidente García Linera, el canciller y la delegación citada. Fui no sólo el único mexicano en la reunión, sino el único que acudí a observar los comicios.
La reunión fue excepcional. Evo comentó de manera clara las dificultades que su gobierno vivió por el acoso de la derecha y cómo, pese a haber obtenido la presidencia con 54% de los votos, al poco tiempo se sometió a un referendo revocatorio que ganó por más de 60 por ciento. Las presiones separatistas y las amenazas de guerra civil. Todo parece tan lejano y fue apenas hace meses. Hoy, la derecha está desmadejada y dispersa.
Compartió el acoso a su gobierno por parte de la prensa y en especial de la cadena CNN, aunque con sentido del humor, y dijo que comparado con las campañas en su contra que vivió antes de llegar al gobierno, “el acoso actual no es nada”.
Habló de muchas cosas. Recordó cuando el entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada aumentó los impuestos para evitar el déficit por mandato del FMI y generó la poblada (rebelión popular), dejando una secuela de quince muertos y abrió la puerta a su posterior salida. Lo comparó con su gestión que, sin aumentar impuestos, ha sacado adelante las responsabilidades oficiales del gobierno, sin nueva deuda y logrando consolidarse como la economía con más crecimiento de América Latina (8%).
Un Evo delgado, reflexivo, tranquilo, optimista y bromeando con que de no resultar reelecto, volvería a su actividad en la lucha social. Sólo se tensó cuando una diputada vasca, algo baturra, planteó que se habían registrado detenciones previas a los comicios. Cuando Evo le pidió nombres, sólo acertó a decir el de Leopoldo González, preso hace un año acusado de genocidio indígena. Al final, la citada diputada pidió una foto con él como si nada hubiera pasado, a pesar de lo dura que fue la respuesta a su ligero comentario.
Vale resaltar finalmente que fue una buena experiencia ver la manera en que Morales hacía sus reclamos a la Comunidad Europea con sentido del humor, firmeza, dureza y diplomacia, todo junto.
Evo Morales es, sin duda, uno de los líderes más importantes del mundo, aunque su país sea modesto. Logró ser el primer indígena en encabezar el gobierno de su nación en el arranque del siglo XXI y no hay más. Juárez lo logró en el XIX y actualmente en México parece lejano, ya no que un indígena pueda encabezar el gobierno central, sino que incluso se ve difícil que un hombre o mujer ligados al pueblo puedan hacerlo. De ese tamaño son las cosas hoy en día.
En fin, un privilegio el haber tenido literalmente la suerte de ser invitado a la reunión de Evo Morales con los observadores extranjeros, cuyo resumen comparto con ustedes.
Sábado 5 de diciembre de 2009
La Paz, Bolivia