lunes, 7 de diciembre de 2009

Mi encuentro con Evo Morales

Por Gerardo Fernández Noroña articulista invitado de Milenio


Decidí acudir a Bolivia como observador de los comicios presidenciales de ayer en los que Evo Morales disputó su reelección. Escribo esto en la víspera de las urnas, y no hay duda de que Evo ganará.


La pregunta es si alcanzará los dos tercios para lograr la mayoría calificada en el Congreso; es probable que los obtenga.


Llegué el viernes 4 por la tarde a La Paz y viajé a la buena de dios que, como no existe, ya se imaginarán la soledad en la que andaba, ¡qué cosas! Durante la tarde batallé entre algunas gestiones y los 3.500 metros de altura de la ciudad, y por la noche acudí a la librería Yachaiwasi, después de lograr mi acreditación como observador internacional.



Ya casi cerraban la librería y en cuclillas, escudriñando un librero, se encontraba el vicepresidente Álvaro García Linera.



“¿Álvaro?” lo llamé, como si nos viéramos todos los días y nos conociéramos de toda la vida. Se levantó con una sonrisa y me presenté. Comentamos algunas cosas sobre México y Bolivia, y al final me comentó que habría una reunión de observadores internacionales al día siguiente a las seis de la mañana, con el presidente.



“Tienes que ir hermanito, eres observador”, recalcó.


Llegué a las cinco y media previendo que hubiera problemas para mi ingreso. Conversé con el jefe de la guardia mientras llegaban otros funcionarios y a las 5:45 am me informaron que no estaba en la lista de invitados.


“Claro, apenas ayer en la noche me invitó el vicepresidente”, comenté.



Poco después está ahí, con media docena de legisladores de la Unión Europea y observadores de la OEA en una reunión de hora y media, presidida por Evo Morales, asistiendo el vicepresidente García Linera, el canciller y la delegación citada. Fui no sólo el único mexicano en la reunión, sino el único que acudí a observar los comicios.


La reunión fue excepcional. Evo comentó de manera clara las dificultades que su gobierno vivió por el acoso de la derecha y cómo, pese a haber obtenido la presidencia con 54% de los votos, al poco tiempo se sometió a un referendo revocatorio que ganó por más de 60 por ciento. Las presiones separatistas y las amenazas de guerra civil. Todo parece tan lejano y fue apenas hace meses. Hoy, la derecha está desmadejada y dispersa.


Compartió el acoso a su gobierno por parte de la prensa y en especial de la cadena CNN, aunque con sentido del humor, y dijo que comparado con las campañas en su contra que vivió antes de llegar al gobierno, “el acoso actual no es nada”.



Habló de muchas cosas. Recordó cuando el entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada aumentó los impuestos para evitar el déficit por mandato del FMI y generó la poblada (rebelión popular), dejando una secuela de quince muertos y abrió la puerta a su posterior salida. Lo comparó con su gestión que, sin aumentar impuestos, ha sacado adelante las responsabilidades oficiales del gobierno, sin nueva deuda y logrando consolidarse como la economía con más crecimiento de América Latina (8%).




Un Evo delgado, reflexivo, tranquilo, optimista y bromeando con que de no resultar reelecto, volvería a su actividad en la lucha social. Sólo se tensó cuando una diputada vasca, algo baturra, planteó que se habían registrado detenciones previas a los comicios. Cuando Evo le pidió nombres, sólo acertó a decir el de Leopoldo González, preso hace un año acusado de genocidio indígena. Al final, la citada diputada pidió una foto con él como si nada hubiera pasado, a pesar de lo dura que fue la respuesta a su ligero comentario.


Vale resaltar finalmente que fue una buena experiencia ver la manera en que Morales hacía sus reclamos a la Comunidad Europea con sentido del humor, firmeza, dureza y diplomacia, todo junto.


Evo Morales es, sin duda, uno de los líderes más importantes del mundo, aunque su país sea modesto. Logró ser el primer indígena en encabezar el gobierno de su nación en el arranque del siglo XXI y no hay más. Juárez lo logró en el XIX y actualmente en México parece lejano, ya no que un indígena pueda encabezar el gobierno central, sino que incluso se ve difícil que un hombre o mujer ligados al pueblo puedan hacerlo. De ese tamaño son las cosas hoy en día.



En fin, un privilegio el haber tenido literalmente la suerte de ser invitado a la reunión de Evo Morales con los observadores extranjeros, cuyo resumen comparto con ustedes.




Sábado 5 de diciembre de 2009

La Paz, Bolivia

Un viaje al corazón del México Profundo - Relato sobre la visita a los 418 municipios de Oaxaca






Oaxaca
Un viaje al corazón del México Profundo I/ IV
Andrés Manuel López Obrador

Periódico La Jornada
Lunes 7 de diciembre de 2009, p. 9
En marzo de este año concluí mi recorrido por los 2 mil 38 municipios de régimen de partido del país, con ese motivo elaboré un texto llamado El país desde abajo: Apuntes de mi gira por México. El 20 de noviembre terminé de visitar los 418 municipios indígenas, de usos y costumbres, del estado de Oaxaca; y ahora hago este relato para compartir mis reflexiones y, al mismo tiempo, rendir homenaje al gran antropólogo social Guillermo Bonfil Batalla, defensor del México profundo y creador de ese concepto.

Desde finales de julio viajé por las ocho regiones de Oaxaca: la Mixteca, la Cañada, el Papaloapan, la Sierra Norte, la Sierra Sur, la Costa, el Istmo y los Valles Centrales. Durante este tiempo sólo estuve en la ciudad de México los lunes porque, de martes a domingo, iba a Oaxaca. Por lo general tomaba como base una ciudad o pueblo grande, situado estratégicamente, y de allí me desplazaba a diario para llevar a cabo asambleas informativas en municipios cercanos. Salía muy temprano en la mañana, celebrábamos en promedio seis reuniones y regresaba por la noche. En total, recorrí 25 mil kilómetros, la mayor parte de terracería.

Aunque hubo algunos incidentes –casi todos provocados por órdenes de Ulises Ruiz Ortiz a través de sus delegados de gobierno regionales, una especie de jefes políticos del Porfiriato–, en todos lados nos recibieron con bandas de música y nos trataron con respeto y afecto. Me dieron la confianza al entregarme bastones de mando, de investirme con camisas de tatamandón, me pusieron coronas y collares de flores y, como es propio de esta gente buena y generosa, me regalaron tortillas, totopos, panes, quesos, miel, chiles, frutas, café, chocolate, mezcal, sombreros, huaraches, petates, jorongos, paños, vestidos bordados, tapetes, cerámicas, pinturas, alebrijes y esculturas.

Podría contar muchas cosas extraordinarias que apunté en mi diario acerca de cada uno de los pueblos, pero sólo me ajustaré a tratar en cuatro capítulos esta gran experiencia: la cultura, la pobreza, el mal gobierno y las posibilidades de un cambio democrático verdadero con una propuesta de desarrollo y bienestar.

La Cultura

Contrario a la mala costumbre de hablar de la cultura siempre al final, en este caso, definitivamente no es posible. Si la realidad nacional no se entiende a cabalidad sin tomar en cuenta la idiosincrasia de los pueblos, menos podría comprenderse lo que sucede en Oaxaca sin partir de su gran riqueza cultural.

El de Oaxaca es uno de los pueblos más cultos del mundo. En esta porción del territorio nacional se conservan valores, costumbres, tradiciones comunitarias, lenguas y organización social, heredadas de la gran civilización mesoamericana.

La pregunta obligada es por qué en Oaxaca, más que en otras partes del país, se ha podido preservar tan viva la cultura originaria. Aunque la respuesta amerita un amplio estudio antropológico y, desde luego, ese no es mi propósito, sí puedo plantear algunas hipótesis sobre los factores que hicieron posible esta continuidad a través de los siglos. Debe considerarse que, al momento de la invasión europea, los pueblos de Oaxaca mantenían un alto grado de desarrollo; que la colonización fue menos brutal que en otras regiones del país, entre otras cosas, por la poca relevancia que alcanzó la minería, que implicaba una mayor sobrexplotación del indígena en los lugares donde abundaban los metales preciosos. También pudo haber ayudado que en vez de la esclavitud, se impusiera el sistema de encomienda, que significaba pagar una renta o tributo al conquistador, pero sin que perdiera la comunidad el dominio sobre las tierras. Tal vez pudieron haber influido otras causas como el hecho de que la evangelización estuvo a cargo, fundamentalmente, de los dominicos, más respetuosos de los derechos indígenas. Y es muy probable que haya sido decisiva la resistencia de los pueblos ante la dominación colonial.

Lo que sí sabemos es que en Oaxaca, como en ningún otro estado del país, desde hace 500 años, los pueblos han mantenido la posesión de las tierras. A diferencia de otros lugares, no predominaron las haciendas con peones acasillados. Pese a los cambios que se registraron después de la Independencia, la Reforma y la Revolución, en la práctica, no se modificó la estructura agraria. Como consecuencia, actualmente es el estado con más propiedad social. De los 9 millones 400 mil de hectáreas de su territorio, 62 por ciento son tierras comunales, 23 por ciento son ejidos y sólo 15 por ciento propiedad privada.

De modo que a pesar de la dominación occidental, la posesión de la tierra a lo largo de la historia ha sido un factor decisivo en la conservación de la cultura de los pueblos. El control del territorio no sólo ha permitido la subsistencia sino sostener una relación de armonía con la naturaleza, mantener la medicina tradicional y conservar ceremonias, mitos y leyendas. Hay que tener en cuenta que los indígenas no conciben la tierra como una mercancía; es mucho más que eso: es la vida misma y el centro del universo.

Hoy, a pesar del proceso de aculturación o desindigenización impulsado por la ideología y el racismo dominantes, existen 16 grupos étnicos: zapotecos, mixtecos, huaves, mixes, chinantecos, cuicatecos, amuzgos, chatinos, chochos ixcatecos, mazatecos, chontales, nahuas, triquis, zoques, popolocas, además de los afromexicanos de la región de la Costa. En total, hay cerca de dos millones de indígenas, que representan 60 por ciento de la población del estado.

Cada pueblo tiene características culturales particulares y expresiones lingüísticas diferentes. Por ejemplo, los zapotecos viven en la Sierra Norte, la Sierra Sur, los Valles Centrales y el Istmo de Tehuantepec, con diferencias culturales muy acentuadas. En la misma Sierra Sur es diferente el zapoteco que hablan los pueblos de Ozolotepec que el utilizado en la zona de Los Loxichas.

En general, se practica el trabajo colectivo y funciona el gobierno comunitario. En casi todos los pueblos la gente coopera y aporta tequio en beneficio de la comunidad. Todos aceptan participar en jornadas de trabajo para la construcción y mantenimiento de caminos, la edificación de escuelas, la reparación de templos y la reforestación de los bosques, entre otras actividades. En este mundo prácticamente no existe la noción del salario. Prevalece la ayuda mutua (la gozona), todo se retribuye sin dinero de por medio. Inclusive, todavía en algunas partes, el mercado se realiza a través del trueque.

En cuanto al gobierno de los pueblos es la asamblea comunitaria el órgano de decisión más importante. Ahí se elige a las autoridades que duran en su encargo entre uno y tres años. Los funcionarios no cobran. Hay un auténtico servicio civil de carrera. Se empieza desde joven como topil o policía, luego se va ascendiendo a teniente, comandante, mayor de vara, regidor de educación, de obra pública, de hacienda, hasta llegar a alcalde, síndico y presidente municipal. Al concluir sus cargos pasan a ser caracterizados, a formar parte del Consejo de Ancianos o Tatamandones. Todos los miembros de un pueblo tienen el deber de servir a la comunidad. Si son elegidos para cargos administrativos o como mayordomos en fiestas patronales, se les llama y tienen que cumplir, no importa que trabajen en el extranjero o en otra parte de la República.

La aceptación de estas normas es lo que les permite mantenerse como miembros de la comunidad y, al mismo tiempo, significa la posibilidad de la realización personal. La participación voluntaria es posible porque existe la convicción de que lo más importante es la convivencia colectiva. No domina el individualismo; la persona no vale por lo que tiene o por los bienes materiales que acumule sino por el prestigio que logra después de probar su vocación de servicio, su rectitud y el amor a sus semejantes. La autoridad, en el sentido amplio, se adquiere cuando una persona ha desempeñado todos los cargos del escalafón hasta llegar al más alto: es entonces cuando ingresa al grupo de los principales y obtiene el mayor grado de respeto o reconocimiento.

Es tan profundo y satisfactorio vivir de esta manera, que un migrante hace todo lo posible por regresar periódicamente a su comunidad y no hay oaxaqueño que no mantenga la ilusión de volver, algún día, a su pueblo. A la fiesta religiosa llegan de distintas regiones del país y del extranjero para reafirmar su identidad en un ambiente de auténtica fraternidad.

Aunque en todas partes se mantiene un gran orgullo por la cultura y la historia, en particular, recuerdo lo que me expresaron mixes de Totontepec acerca de que gracias a sus valores y a su organización comunal nunca se había registrado ningún asesinato; o la manera tan solemne con que me explicaron su sistema de gobierno los chinantecos de Pedro Yólox; o la importancia que tiene para los mixtecos de Santiago Nuyoo el reconocimiento oficial a José Remigio Sarabia, el Indio de Nuyoo, a quien un párroco le quitó a su mujer y se la llevó a Huajuapan. Al salir a buscarla, se enroló en las filas independentistas, cobrándose la afrenta y prestando el servicio de ir por Morelos a Chilapa, Guerrero, para que les ayudara a romper el sitio realista y liberar a Huajuapan.

La portentosa cultura de los pueblos de Oaxaca está llena de valores. Existe una profunda vocación por el trabajo, hay creatividad, bondad y respeto a las mujeres, a los ancianos y a los niños. Algo que no se sabe es que los pueblos de Oaxaca son de los más limpios de México. En todos lados, hasta en los caminos, hay recipientes, cubetas, costales, cajas o bolsas amarradas a palos para depositar la basura. Hay letreros para no contaminar los ríos y arroyos con detergentes o fertilizantes químicos. Además es un pueblo con mucha conciencia ecológica, como se refleja en un fragmento de un escrito que me entregaron zapotecos de San Pedro Mixtepec, en el distrito de Miahuatlán:

“Nuestro pueblo está situado bajo las montañas. En la actualidad cuenta con gran extensión de bosques vírgenes. Una laguna está sobre la montaña, aproximadamente a 3mil 700 metros sobre el nivel del mar, desde tiempo inmemorial, nuestros abuelos la conocían con el nombre de ‘La Laguna Encantada’. En ella viven los ‘mitos y ritos de nuestro pueblo’. Además, cerca de ahí está el lugar de ‘pedimento’. Para nosotros allí está nuestra vida, está la plenitud, está la presencia de ‘Dios’. Por todo esto, nuestros ancestros nos legaron el territorio que nos corresponde en el presente y en el futuro. Sabemos bien que la tierra es nuestra madre, ella nos proporciona todo para la vida. La tierra es el sostén de toda la naturaleza, por esta razón no debemos desnudarla, quiere decir: no talar el bosque inmoderadamente ni provocar incendios. En cambio, si actuamos de manera razonable, estamos conservando un espacio para que las futuras generaciones vivan con dignidad y autonomía”.

En suma, en Oaxaca hay una gran reserva moral y cultural para la regeneración del país. Así como en las comunidades se conservan semillas orgánicas y variedades de maíz que forman parte de la gran riqueza genética de México, allí también existe un modo de vida alejado de la ambición, de la codicia y del odio. Por ello, estoy convencido de que es posible enfrentar la actual decadencia tomando en cuenta los valores del México profundo; es decir, con una modernidad forjada desde abajo y para todos.


Fuente: La jornada
Difusión AMLOTV

Necaxa, una historia de lucha (Primera Parte)



Durante la Guerra de Intervención Francesa, fueron numerosos los actos de heroísmo de los mexicanos en defensa de la patria, algunos más conocidos que otros pero no menos heroicos por tal motivo. Uno de estas epopeyas, ocurrió en la Sierra de Puebla, donde el Teniente Juan Galindo con nueve hombres tiende una emboscada a una columna de zuavos de aproximadamente 100 hombres, la mayoría de los cuales perece en el ataque, el cual fue llevado a cabo con una avalancha de rocas, y la simulación con toques de corneta y tambores, que hicieron pensar a los soldados franceses que habían sido atacados por un ejército superior en todos los elementos de guerra.

El día de hoy, el nombre de Juan Galindo ha quedado inmortalizado al denominar a un Municipio de la Sierra Poblana, la cual pertenece entre otras comunidades, Nuevo Necaxa, donde el ejemplo de resistencia de Juan Galindo es honrado con el por sus actuales habitantes (7 mil), la mayoría vinculados directamente a la primer hidroeléctrica de América Latina, y que hoy desgraciadamente permanece tomada por los fusiles de la Policía Federal.

Durante los días 5 y 6 de diciembre, una comisión de los Círculos de Estudios de las Redes Universitarias, visitó Nuevo Necaxa para manifestar su solidaridad con esta comunidad, y hacerle entrega de unas despensas y 12 mil quinientos pesos, que fueron recabados en diversos bazares organizados en la Ciudad de México por los Círculos de Estudio.



La visita coincidió con el arribo a Nuevo Necaxa del Secretario General del SME, Martín Esparza, quien acudió a un mitin para alentar a los electricistas y sus familias a continuar con la resistencia en contra del decreto de extinción de LFC, y los convocó a que el próximo jueves 10 de diciembre acudan al Palacio Judicial de San Lázaro a efecto de esperar la notificación del fallo con el cual se decidiría en primera instancia si es constitucional o no el decreto de extinción de LFC.

A diferencia de lo que ocurre en las asambleas del SME en la Ciudad de México, en que por lo general sólo acuden los trabajadores activos y jubilados, en Nuevo Necaxa, el auditorio estaba conformado por las familias de los electricistas, esto se debe a que desde hace 106 años, en esta comunidad la principal fuente de empleo es la hidroeléctrica Necaxa, por lo que es común encontrar familias que a lo largo de 3 o cuatro generaciones han laborado en la hidroeléctrica, creándose un vínculo muy fuerte con esta industria, que sólo es comparable con el que tiene un campesino con la tierra.

L.D. Jesús A. Palma M.

Ciudad de México, sede del Gobierno Legítimo de México, a 06 de diciembre de 2009.