viernes, 16 de mayo de 2008

El segundo debate sobre Pemex deviene confrontación entre dos proyectos de país


El debate en torno a la reforma de Petróleos Mexicanos (Pemex) se convirtió ayer en una confrontación entre dos proyectos: de un lado, Javier Jiménez Espriú, Claudia Sheinbaum y Porfirio Muñoz Ledo, quienes desnudaron la esencia privatizadora de la propuesta de Felipe Calderón, y del otro, los representantes del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) Arturo Fernández y Javier Beristáin, y el escritor Héctor Aguilar Camín, los que criticaron los “tabúes” y “el miedo” de quienes se oponen al capital privado en la paraestatal.
Este último sostuvo que hay una “mitología nacionalista que nos impide hablar del petróleo y de Pemex como lo que son: una materia prima y una empresa”.
Claudia Sheinbaum, quien asistió con la representación del “gobierno legítimo” de Andrés Manuel López Obrador, lo refutó: “El petróleo no es cualquier materia prima y Pemex no es cualquier empresa”, y agregó: “No me molesta tener una investidura nacionalista y soberana, al contrario, me siento orgullosa de ello”. La preocupación, dijo, es por “los contratos de riesgo, que tanto daño causaron al país”, y por la entrega de la renta petrolera a trasnacionales.
Pero no sólo Sheinbaum debatió con Aguilar Camín, también lo hizo el ex director de la Facultad de Ingeniería de la UNAM Javier Jiménez Espriú, sobre todo porque el escritor y comentarista de Televisa sostuvo que “no sólo los contratos de riesgo, sino todos los otorgados en materia petrolera son inconstitucionales”.
Agregó que “si de lo que se trata es de cumplir y defender la Constitución, tal como está, podemos empezar hoy mismo cancelando, por inconstitucionales, todos los contratos que Pemex ha celebrado con terceros. Me gustaría saber si hay alguien en esta soberanía que se plantee esto; no lo creo”.
La respuesta de Jiménez Espriú no se hizo esperar. El ex director de Comercialización de Pemex, que se llevó el aplauso más fuerte y prolongado –la mayoría se puso de pie para ovacionarlo– luego de su exposición, dijo irónico que tal aseveración le había puesto nervioso, ya que él firmó cientos o varios miles de contratos en Petróleos Mexicanos, pero “con la seguridad de que no eran anticonstitucionales”.
Luego, dejó claro que los contratos de riesgo, prohibidos en la ley reglamentaria del artículo 27 constitucional, son aquellos que se dan a particulares para la explotación y aprovechamiento de los recursos energéticos propiedad de la nación.
Por su parte, Aguilar Camín se lanzó contra el coordinador del Frente Amplio Progresista (FAP), Porfirio Muñoz Ledo, quien aludió al “desplazamiento de la clase política por el entronizamiento de una clase tecnocrática al servicio de un interés ajeno”.
El escritor lo refutó, pero con el pretexto de otra afirmación que hizo el coordinador del FAP: “Muñoz Ledo me mira y me dice, ‘el régimen fiscal mexicano está lleno de privilegios’, ¡pero Porfirio, nunca he estado en gobierno, no tengo responsabilidad en ninguna decisión que se haya tomado en los últimos 50 años a ese respecto. Así que esto que estás viendo aquí es un espejo”, y le puso la mano enfrente.
El polemista Muñoz Ledo no dejó pasar el desafío. Le especificó que respondería “a la interpelación, no a la cuchufleta”, y expresó: “Héctor nos ha dado una idea muy clara de qué entienden por modernidad; se ha ido al texto original de la Constitución de 1917. ¡Nadamás faltaba irse a la del 57 o la de Cádiz”.
Ello porque Aguilar Camín sacó a relucir que la prohibición de contratos y concesiones no la llevó el general Lázaro Cárdenas a la Constitución ni a la ley reglamentaria en 1938, sino que se instauró en 1960, en plena guerra fría, cuando la clase política quería sentirse “más revolucionaria que los cubanos”.
Los ex senadores del PRI Manuel Bartlett y Dulce María Sauri, entre el público, no perdían detalle de la discusión. Aplaudieron a Jiménez Espriú, quien aprovechó en la sesión de réplicas y contrarréplicas para expresar que apoya que se dé autonomía de gestión a Pemex, ya que sería una segunda expropiación. “La primera –recalcó– fue para quitarla de las manos de las empresas extranjeras, y la segunda será de las garras de Hacienda”.
“Si me lo ponen enfrente también se lo diría”
Otro debate lo dio Sheinbaum con el diputado panista Jorge Nordhausen, que la recriminó porque en su intervención inicial se refirió a Felipe Calderón como “el presidente usurpador”, representante de un “gobierno de facto” que tiene como propósito central privatizar áreas estratégicas de la industria petrolera, violando la Constitución.
Nordhausen, quien presidió en la pasada legislatura la Comisión de Energía del Senado y al mismo tiempo se le acusó de ser contratista de Pemex, dijo a Sheinbaum: “Vino a decirnos que somos gobierno espurio, eso no lo podemos permitir”. Le pidió incluso, “con todo respeto, que mida su actuación cuando se refiera a alguno de los poderes”.
Le preguntó por qué si se oponen a que haya participación privada en Pemex, el Gobierno del Distrito Federal, “cuando usted estuvo”, otorgó concesiones a empresas francesas e inglesas para explotar el agua.
Varios legisladores salieron en defensa de la representante del “gobierno legítimo” de López Obrador. Primero, el diputado perredista David Mendoza hizo notar que no se puede reconvenir a ningun ciudadano por sus expresiones.
Lo mismo hicieron el senador del Partido del Trabajo Alejandro González Yañez y el diputado priísta José Murat. “No debe haber limitaciones para que todas las voces digan su verdad”, recalcó el ex gobernador de Oaxaca. Agregó que del debate se desprende que “hay dos proyectos de nación: los que están desgraciadamente al servicio de la clase propietaria internacional y los que estamos en la idea de que la riqueza del sector energético sirva como palanca del desarrollo”.
Al final, cuando le llegó su turno, Sheinbaum le dijo a Nordhausen que venía a un debate sobre petróleo y energía, pero que de todos modos respondería: “Estoy convencida de que hubo fraude electoral en 2006, y no sólo yo, sino millones de mexicanos, por eso hablamos de un presidente espurio y de un gobierno de facto”.
Serena, pero muy enfática, Sheinbaum agregó: “Siempre he sido consistente y si afuera en las calles hablo del presidente espurio, me obliga a decirlo frente a los panistas. ¡Y si me ponen enfrente a Felipe Calderón, se lo diría! Es una realidad, no una falta de respeto”.
Dijo que, en el caso del agua, el Gobierno capitalino otorgó concesiones a empresas extranjeras porque la Constitución lo permite. Al también senador del blanquiazul Rubén Camarillo, quien le había refutado varios datos, le reiteró que hay 80 pozos cerrados en Cantarell, debido a la contaminación de gas y crudo con nitrógeno, y le propuso debatirlo después con la presencia de técnicos petroleros.

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