A CIEN AÑOS DE SU NACIMIENTO, COMPAÑERO PRESIDENTE, SALVADOR ALLENDE, ESTA PRESENTE.
El modesto médico que llegó a la presidencia de Chile en 1970 y que fue asesinado dos años después en “la moneda” el palacio de Gobierno; durante el golpe de estado del traidor general Augusto Pinochet. Dijo “Tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano”, esas fueron sus últimas palabras.
Recordarlo hoy, como el humanista que lucho y ofrendo su vida por la transformación pacifica de chile, por el bienestar de obreros, campesinos e indígenas de chile. Es deber de todo universitario en el mundo.
Pequeño Burgués y revolucionario, hombre de un matrimonio e inenarrables amantes, el presidente chileno Salvador Allende Gossens (1908-1973) encarnó en vida y muerte las coherencias e ideales, de los más grandes líderes de América Latina.
Cautivado en su adolescencia por el anarquismo que le enseñó desde 1921 en Valparaíso el viejo zapatero Juan Demarchi, derivó finalmente en el socialismo después de estudiar y adquirir conciencia en la universidad.
El crear conciencia en el pueblo, visitando cada pueblo y cada comunidad de chile, busco la transformación de su patria a través de la vía pacifica y electoral; que lo llevó al poder en 1970, tras prometer a la Democracia Cristiana que tanto lo criticaba, que el si “respetaría la ley”.
Su vida política comenzó con las contiendas estudiantiles en los prolegómenos de la Gran Depresión Económica mundial y cumplió sus deberes a los 31 años como ministro de Salud de Pedro Aguirre, líder del Frente Popular que instaló por primera vez en el poder a socialdemócratas y comunistas en 1938.
Su acercamiento al marxismo se concateno de su practica cotidiana como medico, donde a manera de axioma se repetía la constante. A mayor pobreza, mayor enfermedad y a mayor enfermedad, mayor pobreza. Buscando en las diferentes filosofías e ideologías como romper ese circulo vicioso, de dolor y de muerte.
Comprendiendo que la salud humana era utilizada por el capitalismo como una mercancía con la cual lucrar sin escrúpulos y que muchos médicos sin ética, faltaban a su juramento de Hipócrates, al no comprender que muchos hombres y mujeres no podían comprar la salud.
Su muerte, del hombre, del hijo del modernismo de América Latina, lo persiguió como heraldo negro, como la ira de Dios contra un masón confeso, como la mayoría de los líderes y pensadores de la clase adinerada a que el perteneció solo en costumbres, pero a la clase obrera y campesina en ideales y acciones, siempre consecuente y congruente en sus acciones.
Esa misma Clase adinerada, que el acusó hasta su muerte de querer el golpe militar de 1973. para defender “sus granjerías y sus privilegios”, en un país donde hasta hoy el cuatro por ciento más rico, acapara mas de la mitad del ingreso nacional, (PIB).
Allende, nacido el 26 de junio de 1908, médico de profesión, creció además a la sombra del fracaso de la llamada Revolución de 1891, que derivó en el homicidio del presidente José Manuel Balmaceda, en la embajada de Argentina, pero siempre pensó firmemente en que los valores éticos del capitalismo, debían de ser sustituidos por los valores de igualdad, humanidad y justa distribución de la riqueza.
Es hecho prisionero, por sus labores como dirigente universitario, además recibió la noticia de la agonía por diabetes de su padre Salvador Allende, a quien apenas pudo despedir y sobre su tumba jura dedicar su vida por la libertad de chile.
La muerte lo abrazó siempre certera, y se mantuvo como constante en los hombres a quienes más admiro y le sirvieron de ejemplo.
Quizás por ello no dudó el 11 de septiembre de 1973. Tomó el fusil AK-47 que le regaló el presidente cubano Fidel Castro y lucho por su pueblo, quitándole la vida a cuantos soldados pudo, durante los ataques con tanques y aviones, cuando los militares golpistas avanzaron victoriosos sobre La Moneda, al palacio de gobierno que el presidía. No antes de haber evacuado a mujeres, ancianos y a todos aquellos que quisieran entregarse voluntariamente a los traidores golpistas.
“¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”, clamó ese martes en su último discurso radial, consciente, quizás de su trágico destino, fraguado en cuatro postulaciones presidenciales, además de senadurías y diputaciones federales.
Allende, quizás más que todos los que lo rodeaban, intuía su final. “Yo no soy hombre de exilios, de aquí al cementerio”, “¡esta es carne de estatua!”, iteraba a sus ministros antes de la asonada militar que instaló por 17 años en el poder al Dictador Asesino, general Augusto Pinochet, fallecido en 2006, burlándose hasta sus últimos días de la justicia internacional.
Quizás por eso desoyó el detalle de las advertencias del golpe que le informaron sus partidarios y no se dejó inmovilizar por el miedo y la inseguridad. Viajando en un Fiat 125 por las calles de Santiago, a pesar del atentado con bomba al auto del general Schneider, cuando los empresarios católicos, la CIA y los militares traidores conspiraban para tomar el control del país.
Una nación que la oposición de centro y derecha denunciaba destruida por la lucha de clases, la crisis económica, provocada por los acaparadores de alimentos, los especuladores, los usureros, que buscaban desestabilizar su gobierno con el desabastecimiento y el boicot económico.
Pero Allende, que mantuvo hasta reuniones secretas con el cardenal Raúl Silva Henríquez y el senador y líder opositor Patricio Aylwin para evitar la ruptura institucional, ya había asumido su tragedia, la ultraderecha católica, las corporaciones extranjeras y Hernrry kisinger, ya habían decidido el golpe de estado militar.
Irónicamente una clara injerencia extranjera a un hombre y un gobierno que siempre fueron respetuosos del derecho internacional, además de Partidarios de la no intervención y la libre autodeterminación de los pueblos.
Nunca existió un conflicto con los estados unidos, ni con el pueblo norte americano, aseguro el presidente salvador allende; “el pueblo norte americano tiene amplios sectores de su población que luchan contra un pequeño sector de empresarios y corporaciones rapases” corporaciones multinacionales que se han apoderado del gobierno en turno en ese país.
Promover la educación del pueblo, el derecho a nacionalizar las riquezas y el cobre de su país en beneficio de todos los chilenos, para obtener recursos suficientes que le permitieran la construcción de viviendas y universidades.
Crear sociedades cooperativas para el mejoramiento y bienestar de los obreros que permitieran la justa distribución de la riqueza, así como las campañas gratuitas de medicamentos, alimentos y leche para los niños de chile.
Una reforma agraria integral que le permitiera la restitución de sus tierras a los campesinos indígenas mapuches y arauncanos, después de más de 100 años de engaños y miseria.
Todas estas medidas de transición al socialismo por la vía legal e institucional, en beneficio de los mas pobres de su país, fue algo que no soporto el pequeño grupo de empresarios católicos de chile, al ver disminuidas sus granjerías y privilegios.
Al ver disminuido su pequeño coto de poder internacional, buscaron la ayuda y el apoyo militar del gobierno de los estados unidos; títere y sirviente de los intereses pro imperialistas de las grandes corporaciones multinacionales.
“Tengo fe en chile y su destino. Superaran otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse, sigan ustedes sabiendo que mucho mas temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”, fueron de hecho sus últimas palabras, sacrificio heroico, que no debe olvidarse por ningún universitario del mundo y en especial de América Latina.
:: Democracia Ya, Patria Para el Humillado. Apoyando al Presidente Legitimo de México ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR ::
Publicado por TONATIUH.
miércoles, 25 de junio de 2008
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